jueves, 3 de julio de 2014

Capítulo 1~

La ventana permanecía abierta como todos los días que habían pasado, Wendy, había cumplido quince años, John y Michael aún disfrutaban de la infancia que poco a poco se acababa. Su hermana en cambio, ante las obligaciones de sus padres, tuvo que dejar la infancia atrás un año antes. Atendía la casa compaginándolo con sus estudios, cuidaba de sus hermanos, cocinaba... Y nunca, por mucho tiempo que hubiera pasado, cerró aquella ventana.
Su actitud había cambiado notablemente, cada día que pasaba por delante de aquella ventana, su rostro se entristecía y solo podía mirar al suelo con la esperanza de que un día, volviera. Sus padres cada vez estaban más preocupados, tras preguntar un millón de veces a sus hermanos, y a ella misma, no consiguieron saber que era lo que tanto preocupaba a su hija. Ella, solía excusarse con la misma frase: —Solo estoy cansada.
Pero era mucho más que un cansancio, tras dos años sin saber nada de Peter Pan, tras dos años perdidos esperando a que volviese, la cabeza de Wendy era una coctelera que no hacía nada más que dar vueltas. Todos los días se preguntaba, ¿qué hubiera pasado, si se hubiera quedado allí? 
Había hablado del tema varias veces con su hermano John, quien, al estar demasiado centrado en sus estudios, había perdido la ilusión de volver a Nunca Jamás y... no crecer. Él, decía ser realista pero Wendy se negaba a creer que jamás volvería a ver a ese chico. 

Una mañana fría de invierno, Wendy se despertó al ver que las cortinas de su ventana se movían, aún dormida observó como el aire mecía la cortina blanca de seda y el aire frío entraba en la habitación y hacía que su cuerpo temblara. Tras ponerse las zapatillas, y ponerse en pie, caminó decidida hacia la ventana y, la cerró. Después de hacerlo, solo pudo salir de la habitación, el pasillo estaba solitario y frío, la calefacción aún no estaba activada y sus padres habrían acudido al trabajo un día más. Apoyó la mano en la barandilla de madera que llevaba hasta el primer piso de la casa con la intención de llegar a la cocina. Allí, se preparó un chocolate caliente, y tras sacarlo del microondas, oyó un ruido fuerte en las escaleras. Alertada, soltó de golpe la taza de chocolate haciendo que esta se rompiera en miles de pedazos en el gélido suelo mientras que las blanquecinas baldosas, se teñían del marrón del chocolate. Echó a correr a las escaleras y entró en la habitación donde John y Michael aún dormían. Dentro, pudo comprobar como la ventana, había sido abierta... 
—Es el aire, solo ha sido el aire.—Se repetía a sí misma una y otra vez.
Pero no era ni mucho menos el aire, era alguien que Wendy conocía bastante bien, una silueta con forma de espada es lo único que pudo ver de reojo, rápidamente se dio la vuelta y pudo ver la espada clavada en la pared, la empuñadura era de un dorado oxidado, parecía bastante antigua, y varias gemas de colores adornaban el color dorado haciendo que no pareciera tan sumamente antigua, reconoció una de las gemas en cuanto la vio, era una esmeralda, una esmeralda que al mirarla podía verse reflejada en ella, una esmeralda que pertenecía... al tesoro de Peter. Wendy comenzó a atar cabos y una sonrisa se dibujó automáticamente en su rostro, había vuelto. Pero, la sonrisa se empezó a borrar poco a poco al dirigir la mirada hacia lo que sujetaba la espada... Un pergamino de un color carne, colgaba de la pared de los Darling, y la caligrafía, era reconocible a diez mil metros de distancia. Wendy cogió la nota mientras la leía para sus adentros, a los pocos segundos las lágrimas brotaron poco a poco de sus ojos, haciendo que John, se despertara. 
—W-Wendy... ¿qué ha pasa...?
John no fue capaz de terminar la frase, ya que a la vez que hablaba, caminaba al encuentro de su hermana y leía con ella la nota.
—No puede ser... —Consiguió decir Jonh al terminar de leer la nota.
—Sí, Garfio ha vuelto a Nunca Jamás.












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